Logo

Columna de opinión: Los retos de la educación ambiental: magia, revolución, amor

5/12/2024

Por Solange Vega Pizarro, Educadora Diferencial, Psicopedagoga y Encargada de Medio Ambiente de la Escuela Mantagua, región de Valparaíso

Cuando una persona habla sobre el medio ambiente, sus interlocutores tienden a pensar exclusivamente en la flora y la fauna, sin tener presente que el ser humano es parte importante del ecosistema. 

Por eso, al enseñar sobre medio ambiente, los docentes deben buscar que sus alumnos se sientan desde el primer momento parte de su hábitat, de su comunidad y situar a sus estudiantes dentro del medio ambiente, resaltando su sentido de pertenencia.

Para conseguirlo de manera fácil y rápida, una opción recomendable son las “aulas abiertas”, es decir, dictar clases más allá de la sala y permitir que los alumnos interactúen con el medio ambiente, incluidas otras personas.

Esto facilita, de paso, que otros miembros de la comunidad se comprometan con la educación de los niños. Esto es hacer una revolución, pues mucha gente piensa que la educación solamente la tiene que impartir el profesor, cuando en el fondo todos estamos educando.

Mencionemos, por ejemplo, lo que sucede en escuelas rurales de nuestro país.

Los habitantes de los pueblos pequeños siempre son comprometidos con su lugar, lo cuidan, barren sus veredas, tienen una plaza y la hermosean, la pintan ellos. No esperan a que la municipalidad llegue con soluciones.

Entonces, cuando uno hace aulas abiertas y sale con los niños, la comunidad ve que la educación ya salió del colegio y que puede ser partícipe y comprometerse en la educación de los estudiantes. Cuando las personas ven que a los niños y niñas se les educa con amor, también se sienten comprometidas en el proceso.

Lo hermoso es que en los niños también hay un efecto notable. Lo que sucede es magia, porque uno los ve felices aprendiendo lo que podrían haber recibido en una sala, enojados, sin ganas, solamente queriendo irse. En cambio, ahora están felices, pareciera que trabajan solos de alguna manera y quieren volver a vivir esta experiencia. Ese es el aporte de los niños al proceso de enseñanza-aprendizaje.

Para que esta revolución genere un ambiente de magia que encanta a los niños y despierta el amor de la comunidad se necesita un actor clave: el profesor o profesora. Lo más importante es la actitud del docente, su motivación, en el fondo, sus intereses reales.

Como en Chile no se forman profesores en medio ambiente, sino que estos programas son impartidos por docentes de ciencias naturales, geografía u otras asignaturas, existe un desafío clave para los directores de establecimientos educacionales. 

Los directores están llamados a detectar quiénes son los profesores más idóneos e interesados en promover la educación ambiental, de modo de encomendarles a ellos esta desafiante tarea, capacitarlos y brindarles el apoyo necesario.

Una experiencia exitosa en la que me tocó participar fue el Proyecto GEF Humedales en la región de Valparaíso, donde se implementó un Programa de Educación Ambiental en las comunas de Concón, Quintero y Puchuncaví. En esta instancia, los docentes de establecimientos municipales recibimos varias capacitaciones teóricas y prácticas en temáticas ambientales aplicables en el currículo escolar.